Las origenes del cannolo de ricotta se remontan al siglo XVIII, siendo un dulce típico siciliano de origen árabe.
Se cuenta que a finales del 1700, las monjas del convento de S. Caterina, cerca de Caltanissetta, retomaron la antigua receta y la refinaron, haciéndola más gustosa.
Durante el Carnaval, las monjas vendían los cannoli para autofinanciarse.
Un noble palermitano se enteró de esta receta, la adquirió de las monjas y, ofreciendo el exquisito dulce a los invitados que llenaban todas las noches los elegantes salones de su palacio, difundió su uso en Palermo.
En 1860, con el desembarco de los garibaldinos en Sicilia, el noble prefirió alejarse de Palermo y llevar a toda su familia a otra residencia, donde no había peligros por el inminente avance de los Mil.
Durante el viaje que duró 9 días, con toda la familia, cocineros, sirvientes e incluso los fieles perros de caza, en una parada donde aún se conservan restos griegos, el noble descubrió dos elementos que consideró importante agregar a la receta que ya poseía.
Así logró perfeccionar un dulce de sabor inigualable, donde la fragante oblea se funde como en un abrazo con la ricotta trabajada con maestría, tal como era entonces.
Nuestros cannoli, ahora como entonces, están hechos con ingredientes de calidad:
– Cáscara de naranja confitada,
– Ricotta de oveja de selectas queserías palermitanas,
– Oblea crujiente y frágil con impronta catanese,
– Pistacho de Bronte, y
– Gotas de chocolate negro.